María de Toledo

Información

  • Nacimiento: 1437
  • Fallecimiento: 1507
  • Orden: Franciscanas
  • Convento: Convento de Santa Isabel de los Reyes (Toledo)

Fuentes

Ms Yanguas 1684

Autor: Lucas de Yanguas

Año: 1684

Título: Breve catálogo de los siervos de Dios así religiosos como religiosas de la Tercera Orden que han fallecido con singular opinión y fama de muy virtuosos en la santa Provinxia de Castilla

Pisa 1605 y Ms Pisa 1612

Autor: Francisco de Pisa

Año: 1605-1612

Título: Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo e Historia de sus antigüedades y grandeza y cosas memorables que en ella han acontecido y Apuntamientos para la segunda parte de la Historia de Toledo

Alcocer 1554

Autor: Pedro de Alcocer

Año: 1554

Título: Hystoria, o descripcion dela Imperial cibdad de Toledo

Lisboa 1570

Autor: Marcos de Lisboa

Año: 1570

Título: Tercera parte de las crónicas de la Orden de los frailes menores del seráfico padre san Francisco

Villegas 1589

Autor: Alonso de Villegas

Año: 1589

Título: Addicion a la Tercera Parte del Flos sanctorum: en que se ponen vidas de varones illustres, los quales, aunque no estan canonizados, mas piadosamente se cree dellos que gozan de Dios por auer sido sus vidas famosas en virtudes (tercera impresión)

Marieta 1596

Autor: Juan de Marieta

Año: 1596

Título: Historia eclesiástica de todos los santos de España

Miranda 1610

Autor: Luis de Miranda

Año: 1610

Título: Vida de la Gloriosa Virgen Sancta Clara, con la declaración de su primera y segunda Regla

Salazar 1612

Autor: Pedro de Salazar

Año: 1612

Título: Crónica y historia de la fundación y progreso de la provincia de Castilla de la Orden del bienaventurado Padre San Francisco

Tamayo de Vargas 1616

Autor: Tomás Tamayo de Vargas

Año: 1616

Título: Vida de Doña María de Toledo, señora de Pinto, y después Sor María la Pobre, fundadora y primera Abbadessa del Monasterio de Sancta Isabel de los Reies de Toledo

Rojas 1636

Autor: Pedro de Rojas

Año: 1636

Título: Discursos ilustres, históricos, i genealógicos. A Don Pedro Pacheco, del Consejo de su Majestad en el Supremo de Castilla, y general Inquisición, y canónigo de las santa iglesias de Cuenca

Torres 1683

Autor: Alonso de Torres

Año: 1683

Título: Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Seráfico Padre San Francisco

Representaciones

Comenzó desde sus tiernos años a ejercitar la misericordia con los pobres, dejando su comida con que algunos aliviasen su necesidad
María de Toledo
Pero ella, que ya tenía hecha su elección de su esposo divino, se desconsolaba mucho sólo con oír pláticas en orden a matrimonio, que es lo que pretendían sus padres.
María de Toledo
Visitaba los hospitales de la ciudad donde hacía con los pobres cuanto dictaban los fervores de la cristiana misericordia, empleando en su beneficio no pocas veces hasta las tocas que cubrían su cabeza. A su costa se daban dotes a las huérfanas, de su casa salía la comida y el vestido para los pobres vergonzantes, de su hacienda se pagaban las deudas de los que padecían en las cárceles por ser pobres, enviaba rescate a los cautivos y, no contento su espíritu con las obras corporales de misericordia, pasaba a sacar del estado de la culpa a muchas almas. A los enfermos que visitaba exhortaba a recibir los sacramentos y no se proponía obra de virtud a que no estuviera pronto su ánimo, disponiéndolo Dios blandamente que sus padres no la fuesen a la mano.
María de Toledo
iba descalza todas las noches de los maitines de la Santa Iglesia de Toledo, donde perseveraba en oración por largos espacios, encendiéndose en el trato del Criador
María de Toledo
Habíase ya desnudado el monjil y vestídose un saco tosco que la servía de cilicio
María de Toledo
El día de comunión no comía más que pan y agua, y los demás días al pan añadía alguna hierba. Así debilitaba la carne y así crecía su espíritu
María de Toledo
Revélala Dios la restauración del Reino de Granada, viéndola derramar tantas lágrimas repetidas por la conversión de tantas almas engañadas por el pérfido Mahoma
María de Toledo
Tomó en el hospital para su habitación un aposentillo tan estrecho y oscuro que más parecía sepultura de muertos que aposento de vivos. Acomodó para su carne unas pobres pajas, para cobertor una manta de pelos de cabra y la almohada de lo mismo. Su hábito era un saco de jerga que ajustaba a las muñecas y cintura con una soga. Cubría la cabeza con un pedazo de estopa, todo acomodado para la decencia de la honestidad y todo indicio de su penitencia y del desprecio del mundo
María de Toledo
La continua tarea de estas molestas ocupaciones, sus vigilias y ayunos continuos tuvieron tanta fuerza que ocasionaron en la sierva de Dios una enfermedad tan recia que ya los médicos perdieron la esperanza de su mejoría, y así solo la recetaron se le diesen los santos sacramentos y, habiéndolos recibido con mucho consuelo de su alma, quedó difunta al juicio de los circunstantes
María de Toledo
Y así, a pie, descalza, y sin humano abrigo estaba ya para comenzar su jornada con su compañera, y, poniéndose en oración, pidiendo al Señor que fuese su guía, salió de ella mudados los intentos y cedió su voluntad a la divina
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Espacios

A sus solas se quitaba las galas que era preciso usar según las obligaciones de su estado. Dejaba el lecho en dejándola recogida y pasaba largos espacios en dulces coloquios con Dios por medio de la oración.
María de Toledo
Hallábase la pobre de Cristo interiormente tan asistida de consuelos y quisiera ayudar a su esposo a sentir sus dolores. Pidioselo con sumisión e hízola ese favor enviándola una prolija y penosa enfermedad que, por espacio de un año, la atormentó con exceso sin que la calidad de este achaque llegase a noticia de la humana medicina. Decía, significando lo que padecía, que los huesos y nervios la parecía desencajarse todos de sus lugares sin poderse menear, si no por mano ajena.
María de Toledo
Hiciéronla algunas preguntas y de sus respuestas se conocieron los amores que Cristo Señor Nuestro y su Santísima Madre la hicieron, visitándola y asistiéndola en aquella hora
María de Toledo
Oyose en el punto que expiró suave música de extraordinarias voces y lo mismo sucedió al levantar el Santísimo Sacramento de la misa y al llevarla en hombros los religiosos a la bóveda del entierro.
María de Toledo
estos sanctos exercicios y trabajos con que buscaba a su amado Señor Jesu Christo, era muchas veces de su Divina Clemencia visitada, y algunas veces con divinas revelaciones alumbrada, y le eran reveladas cosas por venir, las cuales por mandado de su confessor descubría, por ser provechosas a las almas.
María de Toledo
Y supplicando ella y su devota compañera con fervientes oraciones a Nuestro Señor les enseñasse en qué estado y vida sería dellas más servido, fueles por el Señor revelado que era su voluntad edificassen un monasterio de monjas adonde sus almas y de otras muchas se salvassen.
María de Toledo
En este estado de más perfectión, levantada la esposa de Christo como en más altos desposorios divinos, en los cuales, dexando el mundo, el alma se aparta a la soledad en secretos y angélicos exercicios de su amado, y con su coraçón oye y conversa a su Esposo Jesu Christo, assí cresció en perfectión y sanctidad de vida, que a todos puso en grande admiración.
María de Toledo
Muchas veces era visitada de su amado esposo Jesu Christo, con muy suaves y divinas consolaciones, y veíanse muchas veces en ella señales de estas visitaciones
María de Toledo
Una vez, día de la transfiguración de Nuestro Señor, la vio una monja con cara tan resplandesciente como el sol, y el día siguiente, preguntando a la esposa de Christo, con mucha importunación, qué visitación del Señor había recebido aquella fiesta, con mucha humildad le descubrió que Nuestro Señor le revelara la gloria de su transfiguración, como si ella presente fuera en el monte Tabor, cuando el Señor delante de sus apóstoles se transfiguró.
María de Toledo
Otra vez un viernes de la Cuaresma, ayuntándose todas las monjas para la disciplina acostumbrada, fue vista la esposa de Christo de una monja, que tenía la cara tan resplandesciente y salían de su rostro rayos tan claros y derechos a los ojos de aquella monja que la veía que quedó espantada y casi perdió el sentido. Y preguntada después de la merced que había recebido de Nuestro Señor, y con ruegos constreñida, dixo que el Señor le comunicara entonces aquella immensa charidad suya con que se dexó atar y açotar a la columna.
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Objetos

se hincó de rodillas delante de una imagen de Nuestra Señora pidiéndola con fervorosas lágrimas restituyese la vida a su hija, pues era fácil a su intercesión; y, tomando a la imagen el santo niño Jesús que tenía en los brazos, la dijo: si no me dais la hija que os ruego, yo no he de volver a vuestro hijo, a cuya devota sinceridad y tiernas lágrimas inclinada la madre de clemencia restituyó a la vida a la difunta.
María de Toledo
Ha obrado, por la intercesión de esta sierva de Dios, Su Majestad muchos milagros, dando salud a diversos enfermos encomendándose a sus méritos, y así mismo por medio de sus reliquias volvió a la vida un niño y una mujer, que estaban dejados por muertos, y cada día se experimentan, a la invocación de esta sierva de Dios, repetidas maravillas.
María de Toledo
Una mujer que estaba muy enferma, en tocándola con un pedazo de la túnica desta santa, luego sanó. 
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Una señora muy noble tenía una hija que había perdido el juicio, y muy confiada en esta santa, envió a pedir al monasterio le diesen el velo de la cabeza de la santa y una medida de su cuerpo; y habiéndolo traído, el velo puso en la cabeza de su hija, y el cíngulo en el cuerpo, y luego cobró el juicio que tenía perdido, y dentro de pocos días se hizo preñada, que hasta entonces había estado con grande esterilidad.
María de Toledo
Otra mujer muy principal había cegado cincuenta días había de una grande enfermedad; la cual envió a rogar a las monjas del dicho monasterio que le hiciesen caridad de alguno de los paños que fueron de la bienaventurada santa; las monjas le enviaron un paño que había sido suyo, y la mujer enferma se lo puso sobre la cabeza, y luego cobró la vista de los ojos.
María de Toledo
Otras muchas personas han sido curadas y sanas de diversas enfermedades tocando al silicio o túnica de la bienaventurada santa.
María de Toledo
Fue grande el sentimiento no solo de su madre y compañeras, sino de innumerable gente que se había recogido a ver aquel milagro de mujeres, deseosa de participar de alguna partecica de los miembros que ella había corregido al servicio de Dios, de las vestiduras con que se había burlado del mundo.
María de Toledo
Pero su madre, impaciente de la absencia de su hija por el amor que entrañablemente la tenía, acudió al árbitro de la muerte y de la vida, Christo, a quien por intercesión de su clementísima Madre suplicó la volviese la hija que lo era más suya que della misma. Volvíase a la imagen que hoy se venera en la Iglesia destas señoras, decíala: “Perdonad, Señora, al atrevimiento de mis manos por el sentimiento de mi corazón. Madre sois del mejor Hijo, hija era vuestra la que yo parí; o quitáreos el vuestro, o dadme la que, aunque mía, quiero para Vos. Vos no podéis vivir sin el vuestro, yo sin la mía, ¿para qué tengo que vivir? Quitoosle, mientras me la dais”.
María de Toledo
Por este mismo tiempo estaba una sierva de Dios, religiosa de la orden del Cístel, gravemente enferma y, tanto por su religión como por su salud, la llevaron una camisa de la beata abadesa sin decirla cúya era, suplicándola que se la pusiese a petición de cierto enfermo que en nombre de Nuestro Señor se lo pedía. La religiosa Martha (que así se llamaba) en viendo la túnica tuvo aviso del Cielo de la reverencia que era justo tenerla por los sanctos miembros que había ceñido, y dijo que ella no era digna de cubrir los suyos con la que había tocado a la sierva del Señor, que no estaba enferma, sino con el sentimiento verdadero de la Pasión de Christo, y más enferma de amor que afligida de dolor, siendo este el mayor que el encarecimiento humano puede ponderar. Que ella antes pondría por reliquia lo que había llegado a quien ella pensaba encomendarse.
María de Toledo
Admiró mucho la confimación que esta sierva de Dios hizo de la enfermedad y sanctidad de Sor María la Pobre, con cuya túnica la religiosa Martha quedose con entera salud glorificando a Dios que tan poderoso es en sus siervos, y la ciudad admirada de tan maravilloso succeso acudía a Sancta Isabel la Real como al remedio de todas sus enfermedades y trabajos, de que se vían libres fácilmente con la intercesión o reliquias de la beata abadesa.
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