Representaciones

Viéndose libre para darse toda al servicio de Nuestro Señor, dejó los trajes seglares y vistiose el hábito de Sant Francisco, muy grosero y vil con túnica de paño bajo, y persuadió a sus criadas se vistiesen de la misma manera. [...] Servía a los enfermos con mucha diligencia y fervor de caridad: lavábales las llagas y besábaselas gastando las tocas de su cabeza en esto y, a las veces, les daba sus proprios vestidos, volviendo a su casa sin ellos. [...] Desde que supo la muerte de su marido, anduvo descalza hasta que ella murió, por mayores fríos y nieves que hubiese.
María de Toledo
Traía siempre un áspero cilicio, y con duras disciplinas afligía su cuerpo para que estuviese más subjeto al espíritu.
María de Toledo
Ya tarde, se encerraba en aquel recogimiento y estaba en oración hasta los maitines y, tomando algún poco de sueño, luego volvía a servir y curar los enfermos en todos los servicios viles y trabajosos, haciendo consigo misma, en este tiempo, increíbles mortificaciones y asperezas.
María de Toledo
El orden de vida desta esposa de Cristo en la religión fue andar vestida de una túnica de muy áspero cilicio, su hábito y manto eran de muy vil saco remendado, su lecho una tabla o algunos sarmientos, la cabecera una piedra o palo. Después de maitines dichos a la medianoche, no dormía, sino perseveraba en oración hasta la prima.
María de Toledo
Y esta conversación divina se parecía en su rostro, en el cual resplandecía maravillosa y angélica alegría.
María de Toledo
No comía carne ni gustaba jamás vino, ayunaba continuamente, y tres días en la semana a pan y agua, y lo mismo la Cuaresma. Y siempre comía los pedazos de pan que dejaban las otras monjas. Comulgaba muy a menudo y, en tal día, no comía sino ya tarde unas pocas de pasas o cosas semejantes.
María de Toledo
Y cuanto de más edad tanto más se augmentaba y crecía el espíritu de la sierva de Dios porque, después de muchos años, acrecentó al áspero cilicio una túnica muy cruel tejida de cerdas de jabalí y de pelos de cabras.
María de Toledo
Un año padeció terribles dolores que parecía, en todos los momentos, serle sacados sus huesos y las entrañas sin nunca ser vista en ella señal de impaciencia o turbación, mas llena de muy suave alegría en su espíritu alababa a Nuestro Señor.
María de Toledo
A cabo del año creciole la calentura muy aguda y subiole el frenesís a la cabeza. Y aunque perdió el uso del entendimiento, ningunas palabras salían de su boca sino muy sanctas, puesto que las decía en latín, que ella no entendía, como eran estas: “Iin pace in idipsum dormiam et requiescam: In manus tuas domine commendo spiritum meum: Vias tuas domine demonstra mihi: Hac requies mea in seculum seculi”. Pasados tres días tornó en sí, pidió y recibió con singular devoción todos los sacramentos.
María de Toledo
Sintiose, luego que murió, un olor suavísimo en aquel aposento y una música tan suave que excedía a todo lo que humanamente puede entenderse, no faltando algunas revelaciones en personas de sancta vida por las cuales se entendió la gloria de su bendita alma.
María de Toledo

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